La ruta de los fantasmas
El domingo la oficina de turismo invitaba a los niños a recorrer la ruta de los fantasmas en Lund.
El guía era muy bueno, y tenía a los enanos embaucados con historias escalofriantes. Aquí está contando la del hombre-lobo que se veía en este parque en el siglo XVIII, y que acabó encerrado en alguna institución para el resto de sus días.
También escuchamos como los estudiantes de principios del siglo pasado organizaban cacerías de ratas, y que las runas que allí hay, no están sobre ningún honorable vikingo, sino sobre los cadáveres de más de cuatrocientos roedores que habían osado invadir el sótano donde hacían las prácticas forenses. A David no le impresiona demasiado.
Cada vez más niños se atreven a soltar a sus papás, pero es que nos han avisado de que esta historia tiene final feliz. Por lo menos para San Lars. El santo había decidido construir la catedral, pero veía que se le echaba el tiempo encima, y le pidió ayuda a un gigante que vivía por aquí. El gigante sólo puso una condición: San Lars tendría que adivinar su nombre antes de que acabara, o de lo contrario, el gigante le arrancaría los ojos para que su hijo Sölve jugara a las canicas...
El viento del norte había acompañado al diablo, que quiso entrar en la cripta de la catedral a saludar a un amigo. El diablo nunca salió, y el viento del norte se quedo esperando fuera. Por eso, en esta fachada de la catedral siempre hace viento. Y era verdad, a pesar de que estábamos a 28 grados y no se movía ni una hoja, justo allí, corría una brisa fresquita. Ya os lo enseñaré cuando vengáis por aquí.
El guía era muy bueno, y tenía a los enanos embaucados con historias escalofriantes. Aquí está contando la del hombre-lobo que se veía en este parque en el siglo XVIII, y que acabó encerrado en alguna institución para el resto de sus días.
También escuchamos como los estudiantes de principios del siglo pasado organizaban cacerías de ratas, y que las runas que allí hay, no están sobre ningún honorable vikingo, sino sobre los cadáveres de más de cuatrocientos roedores que habían osado invadir el sótano donde hacían las prácticas forenses. A David no le impresiona demasiado.
Cada vez más niños se atreven a soltar a sus papás, pero es que nos han avisado de que esta historia tiene final feliz. Por lo menos para San Lars. El santo había decidido construir la catedral, pero veía que se le echaba el tiempo encima, y le pidió ayuda a un gigante que vivía por aquí. El gigante sólo puso una condición: San Lars tendría que adivinar su nombre antes de que acabara, o de lo contrario, el gigante le arrancaría los ojos para que su hijo Sölve jugara a las canicas...
El viento del norte había acompañado al diablo, que quiso entrar en la cripta de la catedral a saludar a un amigo. El diablo nunca salió, y el viento del norte se quedo esperando fuera. Por eso, en esta fachada de la catedral siempre hace viento. Y era verdad, a pesar de que estábamos a 28 grados y no se movía ni una hoja, justo allí, corría una brisa fresquita. Ya os lo enseñaré cuando vengáis por aquí.
Etiquetas: barnamun
4 comentarios: Pincha abajo en "Post a Comment" para escribir tu comentario
QUE GRANDE VEO A DAVID
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Yo creo que es la foto que está hecha desde muy cerca. Claro que mañana cumple un año, ya no es un bebé!
¡Cómo se lo pasan! Me encanta que disfruten pero...me da una envidia esta infancia de hoy!! Con toda esa juerga el futuro lo soportarán mejor.
Están los 3 enormes y lindísimos.
Besos a los 5
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